En estos días han coincidido los lanzamientos de dos nuevas canciones. No discos, canciones. Y esa no es la única coincidencia, sino que ambas bandas protagonistas comparten a un par de músicos en común: Tavo Castillo y Jorge Durand. Hablo de Actitud Modulada Frágil. La primera de ellas lleva algo de tres años de vida, primero como un proyecto en solitario de su tecladista, Daniel López, y en el camino volviéndose un colectivo definido. La segunda agrupación no necesita mayor presentación; todos conocemos de su extenso y exitoso —aunque intermitente— camino.

Además de Daniel López, Actitud Modulada cuenta en sus filas con Alejandro Susti (voz, guitarra), José S. Palacios (guitarra), Diego Sue (bajo), Dante Oliveros (percusión) y los ya mencionados Tavo Castillo (teclados, flauta) y Jorge Durand (batería), también miembros de Frágil. La banda ha culminado las grabaciones de su primer disco, que ahora prosigue su etapa de producción. Saldrá en formato de CD+DVD y quienes quieran ya pueden ir separando una copia: los detalles en este LINK.

La canción de adelanto del debut discográfico de Actitud Modulada se titula Cuerda rasgada y ha sido creada en clave de tondero, pero revestida de ropas rockeras. Hay colores peruanos, desde luego. Pero con ventana al mundo. Quiero decir: la fusión de estéticas ha caído como fichas hechas en total sincronismo. No soy muy amigo de las mezclas de estilos —finalmente ese es un gusto personal y poco importante—; pero aún así este tema me ha tocado. Y es que no solo se trata de músicos muy competentes y experimentados, capaces de pasearse por cualquier partitura, sino —y esto es crucial— que han creado una obra que logra emocionar. El engranaje instrumental ha roto barreras: la nota latina en la percusión acompaña con autoridad el resto de elementos que circulan entre coordenadas negroides y, por supuesto, rockeras. La suma da como resultado una canción que te deja un gran sabor y te invita a querer más.

  • Actitud Modulada — Cuerda rasgada

Con Frágil tengo sentimientos encontrados. Siempre he admirado su musicalidad, la capacidad que la banda tiene de componer obras que se encuentran entre las más preciadas del rock peruano en toda su historia. Su puesta escénica, intensa y espectacular. Sin embargo, lamento que en tanto tiempo de vida —algo más de 40 años— solo haya grabado una cantidad de discos que tal vez puedan caber en la palma de una mano. ¿Por qué tan pocas producciones? Solo ellos podrían responder.

Y esta cuestión del tiempo transcurrido y la frugalidad de lanzamientos de Frágil adquiere ahora inusitada relevancia. Ya no sé cuándo fue la última vez que el grupo lanzó un disco. ¿Quince años? ¿Veinte? ¿Más? De pronto nos encontramos con un sencillo: Maldito amor. Y uno que espera más o menos una bomba. Claro: es lo que se espera de un mastodonte. Pero no es tal: es un corte convencional, sin ningún borde progre (tampoco es que lo esperáramos necesariamente) y algo lineal. La banda apuesta por el funk. Nada en contra de eso, pero para hacer buen funk —uno que te pegue directo a la mandíbula—, tienes que desprenderte de patrones rígidos, tienes que ser una banda de andares ligeros y nada encorsetados. Frágil ha demostrado ser un grupo versátil, cierto —en su bandeja hay prog rock pero también rock más directo e, incluso, pop—. El single tiene su groove, pero suena como muy calculado; y la banda lo sufre, pues la figura que podía hacer de bisagra entre coordenadas tan diversas ya no está: Andrés Dulude. Álex Rojas es un vocalista serio y contundente, pero se le nota algo fuera de su hábitat en un tema como Maldito amor. A la canción le falta, además, un estribillo que pueda enganchar más (si esa era la intención de inicio).

No sabemos si la banda sacará un nuevo álbum. Ojalá así sea. Y ojalá que nos tape la boca con material imbatible. Sinceramente, es lo que más queremos.

  • Frágil — Maldito amor